Somos unos inmaduros espirituales.
Solemos medir nuestra madurez espiritual con la cantidad de versículos memorizados, si estudiamos o no teología, si vamos todos los domingos a la iglesia y cuántas otras varas con mil nombres distintos. En realidad es mas simple de lo que pensamos... Celos, peleas... ira, discordia, divisiones, arrebatos de furia...todos son índices de nuestra inmadurez espiritual, los deseos de nuestra naturaleza pecaminosa (Gal. 5.19-21)
Mas el FRUTO del Espíritu es... (Gal 5:22): Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, dominio propio. Un fruto con muchos sabores.
No vivamos como inmaduros espirituales. No nos dejemos controlar por el enojo, los celos, la envidia, la ira. Quitemos de nosotros los deseos de la carne, vivamos por el Espíritu, dejando que Dios forme en nosotros el fruto más hermoso de todos, el de Su Espíritu. Esto se hace al rendir completamente nuestra voluntad a la de Él.
Desafío, no?
1 comentario:
Linda reflexión, al igual que esa vieja meditación de la reina de Saba que aún tengo en la memoria.
Keep the good work!
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